¿Vivíamos en el Paraíso antes del 2022? Un Análisis de las Verdades Ocultas.
Desenmascarando el mito del 'paraíso perdido' en Colombia: violencia, corrupción y saqueo sistemático antes del Gobierno del Cambio.
Antes del 2022, ¿Vivíamos en el Paraíso? Un Análisis Crudo de las Estadísticas Colombianas
Escuchando las narrativas de ciertos políticos, leyendo titulares de algunos medios de comunicación y siguiendo las mesas de trabajo de la oposición en Colombia, uno podría pensar que antes del 7 de agosto de 2022, el país era un auténtico paraíso. Pareciera que hasta esa fecha, todo marchaba de manera perfecta, sin violencia, corrupción ni crisis. Sin embargo, las estadísticas y los hechos pintan un cuadro muy diferente. Si analizamos los números y eventos más impactantes de las últimas décadas, la pregunta que surge es: ¿de verdad vivíamos en un paraíso antes de esa fecha?
Las Estadísticas Reveladoras
Entre 1985 y 2018, Colombia sufrió 450.664 asesinatos. Estas muertes, en su mayoría, fueron producto del conflicto armado, la violencia paramilitar, los enfrentamientos con grupos guerrilleros y el narcotráfico. Durante este mismo periodo, el país registró 121.768 personas desaparecidas, muchas de las cuales siguen siendo un doloroso misterio para sus familias.
El desplazamiento forzado es otro indicador devastador: 752.964 personas fueron expulsadas de sus tierras a causa de la violencia, muchas veces perpetrada por grupos ilegales en complicidad con poderosos intereses económicos y políticos.
Por otro lado, el escándalo de los 6.402 falsos positivos sigue siendo una herida abierta. Jóvenes colombianos fueron ejecutados por el propio Estado y presentados como guerrilleros abatidos para inflar las cifras de victorias en el conflicto, en un capítulo oscuro que evidencia la brutalidad y el desprecio por la vida humana.
La guerra en Colombia no solo afectó a los adultos, sino también a los más vulnerables: 16.000 niños fueron reclutados por grupos armados para convertirse en soldados, mensajeros y en ocasiones, en víctimas de abuso y explotación.
El Robo de Tierras y Corrupción: ¿Un Paraíso?
Mientras tanto, los campesinos colombianos, tradicionalmente marginados y empobrecidos, vieron cómo les arrebataron 6 millones de hectáreas de tierra a sangre y fuego. Esta tierra, en muchos casos, terminó en manos de poderosos clanes políticos y económicos, perpetuando la desigualdad estructural en el país.
Además, los escándalos de corrupción han manchado la historia reciente de Colombia. Reficar, Odebrecht, Ruta del Sol II, Agro Ingreso Seguro son apenas algunos de los grandes casos que muestran el saqueo sistemático de los recursos públicos. Mientras los ciudadanos luchaban por sobrevivir en medio de la violencia, poderosos intereses desviaban miles de millones en obras públicas que nunca se completaron o licitaciones amañadas para enriquecer a unos pocos.
La clase política colombiana también se ha visto infiltrada por oscuros intereses. Desde los jefes paramilitares aplaudidos en el Congreso hasta la filtración del narcotráfico en campañas políticas y la Fiscalía, queda claro que el poder ha estado en manos de actores que no representan los intereses del pueblo.
La Impunidad en las Altas Esferas
El Cartel de la Toga mostró hasta qué punto la justicia en Colombia ha sido utilizada como herramienta de control y enriquecimiento. Los jueces, en lugar de proteger la legalidad, vendían sus decisiones al mejor postor, dejando en libertad a los poderosos y condenando a los indefensos.
La corrupción ha tocado todos los niveles del poder: desde las Zonas Francas que enriquecieron a los hijos de Uribe hasta la Yidispolítica, en la que se compraron votos para permitir la reelección presidencial. Sin olvidar las chuzadas y asesinatos del DAS, un aparato estatal que se usó para perseguir y silenciar a opositores políticos y defensores de derechos humanos.
Violencia Estatal y Abusos: ¿El Verdadero Paraíso?
La creación del ESMAD, que según las denuncias ha dejado más de 200 jóvenes sin ojos, y los billones desviados por las EPS, muestran cómo la institucionalidad misma ha sido cómplice en la perpetuación de la violencia y el sufrimiento de los ciudadanos.
Los 70.000 millones abudineados y los 500 mil millones robados del fondo para la paz bajo el gobierno de Duque son ejemplos recientes de cómo la corrupción no ha disminuido, sino que sigue afectando directamente los recursos destinados para el bienestar de la población.
Y mientras todo esto ocurría en el país, exmilitares colombianos se vieron involucrados en uno de los crímenes más impactantes a nivel internacional: el asesinato del presidente de Haití.
¿Y la Venta del Patrimonio Nacional?
La privatización y venta de las empresas estatales como el Seguro Social, Caja Agraria, Telecom, Banco Popular, Bancolombia, Isagen, entre otras, también contribuyeron al despojo del patrimonio público. Estas decisiones, en lugar de traer prosperidad, han beneficiado a unos pocos mientras el grueso de la población sigue enfrentando pobreza y desigualdad.
¿Era Este el Paraíso?
A la luz de estas cifras y hechos, ¿podemos realmente afirmar que Colombia vivía en un paraíso antes del 7 de agosto de 2022? No cabe duda de que el país ha enfrentado desafíos monumentales durante décadas, con una combinación de violencia, corrupción, abuso del poder y despojo de recursos públicos.
Entonces, la pregunta no es si el presidente Gustavo Petro está destruyendo un paraíso que nunca existió, sino más bien: ¿cómo es posible que después de tantos años de sufrimiento y abuso, ciertos sectores políticos y mediáticos quieran hacernos creer que todo estaba bien? ¿Será que prefieren un país sumido en el saqueo y la violencia mientras unos pocos se enriquecen a costa del bienestar de millones?
Colombia no era un paraíso. Estaba, y en muchos aspectos sigue estando, herida por la corrupción, la violencia y la desigualdad. Pero el primer paso para sanar esas heridas es reconocerlas y enfrentarlas, sin caer en la nostalgia por una realidad que nunca fue tan gloriosa como algunos quieren hacer creer.
Por Milton Fabiani
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